Me visto a la usanza de tu corazón, dando vueltas sin reconocerme,merodeando patíbulos para mis ojos caídos, entorpeciendo el alma
con la sola destreza de mis cantos; descubro a partir de este tormento
que te adoro como el verso adora su escapulario de adjetivos, su rosa
imantada, la noche quebrada por el crimen perpetuo de la desolación.

Desfallezco si me tomas como a un animal hambriento y me seduces;
no puedo detenerte si despuntas los labios para todos los costados
menos para mi boca sedienta; creer en ti me ha hecho olvidar ese ángel
que dormía sumiso en mis rarezas mientras me conmovía de todo el mundo.

Eres reina, asesina, despiadada naturaleza,
disipas la vida con la cáscara infértil de la mentira,
me abrazo a tus senos y sostengo para siempre la codicia,
debe ser que he derrumbado todos los contornos, me he vuelto un disfraz,
una comedia, un punto negro, y apenas sonrío apelando al grito
o a la mueca inmadura de los sentidos, a ese grotesco desdén
que todo lo cubre con su gruesa indiferencia.

Sé todo de ti, y apenas puedo dibujar tu respiración entrecortada,
caminar debajo de tus pies, o encenderme sin haberte visto fugitiva;
ya nada creo excepto cuando logras aparear el cortejo, el vuelo soñado
del buitre con su carroña sazonada de andrajos y abundante melaza;
ya todo se ha consumado con el rostro turbio con que te encontré
el día que decidiste mudarte a un alma infrahumana, y yo adorándote,
como un talismán a su diamante perlado.

No me sorprende homenajearte de pie o de rodillas,eres único como el olivo, como la forma esencial
de la sonrisa o la herida que sana o se transforma
en desgarro palpitante.

Eres flor cosmopolita, un talismán contra el hechizo,
tu viento esparce aromas y leyendas donde recostar
el corazón abaratado por los siglos tan cambiantes;
tu amor es más seguro cuando cambias tus labios
por tus manos, en momentos donde el cuerpo ya destila
un poco de veneno y curvaturas en silencio.

Poseerte terrenal-mente es utopía para los poetas.
Yo sé que te tomo por las noches cuando imagino
tus desdichas y tu asombro acostándose en mi pecho;
ahí vuelco mi secreta agonía y el dulce canto que despierta
conmigo en las mañanas, cuando te has apareado
como un cielo cubierto de palomas, y la distancia
ha convertido en miniatura nuestro encuentro.

Dibujarte en mi memoria acapara mi existencia, desencadena en mí el éxtasis de esos dos mundos
donde caben la razón y la sorpresa, como un preludio
de mi estoicismo a tu santo sacrificio;
se desliza en mis venas el perdón hasta llegar a tus súplicas;
saber que te pronuncio sin tiempo ni espacio domina
el divino claustro que encerró mis ojos a tu calvario,
desvistiéndome el alma para verte enraizada en ese mundo
brioso donde la cadencia se detiene ante el sol y lo encumbra.

Me siento preso de ti y de tus devaneos, pero soy feliz
con esas maneras tuyas, cuando desconciertas la tierra
apenas con el suspiro de la mañana y el revoloteo
que persiguen tus cabellos en una noche de viento desenredado.

Traigo apenas el reloj y empuño el corazón como un emblema,
y te convierto en mi diosa cuando la sombra entorpece la luz
que tú opacas, porque hasta en la duda eres completa,
y me vuelves parte de tu historia cuando desemboca en río
tu mirada, el color que te conoce porque de tu boca canta
melodiosa la mañana.

Nadie más va a sosegar el camino sinuoso o esa dulzura
entrampada en los confines de tu universo todo;
perfeccionarte no es cosa que se pida a un oráculo
o a un dios aparecido en medio de las amplias fronteras
crepusculares, perfeccionarte es un imposible cuando de ti
sólo se poseen los estruendos y las caricias de tu arte.

Ya es tarde para el alma que se cierra,
noche convulsa para el corazón que se entrecorta.
Apenas mueren los susurros, muere también el universo todo.
La sonrisa ya no ayuda. El amor baja el telón para cavilar
en sus dominios más insignificantes. La prisa nos mueve,
la paciencia nos soslaya. La nostalgia va procreando
un mágico encuentro para nuestro adiós definitivo. Pero te amo,
y te siento, y te intuyo, y el viento como un dulce capullo,
tras nuestros pasos se cierne, definitivo y furibundo.