..¿Estás seguro?
-Sí, personalmente me lo dijo esta noche...
Desconfíe de lo que a mis oídos llegó, sin embargo, la verdad que se reveló ante mis ojos fue aplastante, como una hormiga aplastada por la pata de un paquidermo.
Sentí que algo se rompió, toqué mi pecho por acto reflejo y escuché que aun palpitaba, ella volteó a verme y todo se ennegreció.
-Ese día la llevé a un mirador por la noche, no aceptó que pagase por todo en esa ocasión, me causó una peculiar alegría.
Pasamos varias horas conversando sobre nosotros y admirando el firmamento mientras la sostenía en mis brazos.
Desde ese momento mis ojos no pueden percibir lo bello. Los árboles más verdes y frondosos se convierten en sauces que vierten sus lágrimas
sobre los pululantes seres.
-Decía que mi sonrisa le agradaba y hacía sentir bien, quizás no era la más bonita, pero sí muy sincera, como la de un niño.
Mis labios han quedado sellados, ni la más ligera expresión es emulada por ellos. Lo que un día fue una radiante sonrisa, ahora el tratar de emitir la más ligera simpatía por la vida se siente como unas inmensas grietas que recorren todo su contorno y me deja sin habla.
-Me encantaba escucharla hablar, tanto lo bueno como lo malo. Vaya que la pasaba bien al escucharla, su voz me tranquilizaba.
Disfrutaba el recostarme en sus piernas y oírla tararear una melodía, en ocasiones llegué a dormir con suma tranquilidad.
Mis oídos no son capaces de percibir ni el canto de las aves por la mañana, la brisa que pasa por mi ventana o incluso el coro más dulce.
Lo único que escucho son ruidos que no paran, voces que se ríen, voces que me enmudecen, voces que me hacen sentir impotente y entre todo eso unos pequeños murmullos con una pícara risa que se va alejando poco a poco.
-Llevarla a cenar, degustar juntos su postre favorito, hacerla feliz con las pequeñas cosas.
Probar nuevas cosas, bebidas, platillos y demás, era algo que compartíamos por igual.
El bocado ha perdido todo sabor, el que alguna vez fue agradable.
Mi apetito disminuye, arena amarga pasa por mi lengua y desemboca pesadamente en mi estómago, como alquitrán.
-Recuerdo nuestro primer invierno, lucía hermosa con su abrigo negro y botas cerradas, eso me hacía feliz. Amaba el frío y ella también, estar más abrazados para sentir el calor el uno del otro, momentos inolvidables.
Incluso en días soleados, le sonreía al sol.
El frío que alguna vez me hizo estremecer de gusto ahora no es más que una molestia que entumece mis mejillas. El sol en ocasiones me causó una grata sensación de calidez, ahora sólo logra hacer que expulse por mis poros las lágrimas que recorren todo mi ser.
...¿Qué harás ahora?
-No lo sé, realmente no lo sé.
¿Qué harías tú?
...Tampoco lo sé
"Siento un bucle dentro de mi pecho, va arrasando con todo y me quita el aliento.
Acelera, acelera, frena y vuelve a acelerar.
~Imagino a otro siendo bañado por la luz del dormitorio~
Comienzo a perder el aliento y la mirada pierde lustre, el bucle comenzó a girar más rápido y comienza a subir y subir.
~Él sonríe y ella llora~
Mi cuerpo se dobla y mi mirada apunta a la tierra, mis manos tiemblan y mis labios no responden, quiero gritar, pero me da miedo lo que pueda escuchar.
~Él continúa, la toma del hombro, ella no siente, cierra los ojos y espera el final~
Mis piernas se doblan y termino hincado, lágrimas brotan de mí. El bucle golpea mis músculos y me causa un gran dolor, no puedo hacer nada al respecto, es algo que se encuentra en mi interior.
~Pasan los meses y él está con otra, ella continúa su vida y apenas sonríe, sonríe al recordar su vida, antes de conocerlo~
Postrado y en posición fetal, una sonrisa perversa brota, mientras mis lágrimas entran en mis labios, causando un ciclo que no termina."
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