me quedaría sin huellas donde hacer camino
y el peregrino hogar de mis fronteras,
se perdería en las aceras de tu nombre;
dormido entre palabras.
Si te escuchara despedirte del hombre
y el hambre de tu entraña se saciara sin buscarme;
si cerraras las puertas de tu casa a mi osadía
y el olor de tu cama fuera otro;
si me encontraras roto en tus estantes
y mis instantes huyeran;
si te perdiera;
la tierra cubriría los estanques de tu lengua
y el beso moriría
en los zarzales exhaustos de mis dedos carentes de poesía
y el día se haría sal y mi recuerdo yermo.
Siento;
porque el fuego de tus senos me delata
y en tus arroyos de plata me sumerjo,
cuando tu lengua me baña
y me acompañan tus dedos.
Vibro;
porque te escribo en mi entraña
y me recuerdo vivo.
Muerdo;
porque muerdes y vuelves cada noche a mis banquetes,
hambrienta;
porque tu puerta me llama a la tormenta
y te inventa mi mente en cada intento.
Lloro;
cuando imagino tu cara apoyada en otros hombros
y perdido en mi veleta me maldigo entre estos versos
que se empeñan en pensarte,
enredada en otras piernas;
compañera de otros sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario