a repasar mis pasos de deriva;
a reclamar la vida de tus manos
en el mismo lugar donde dejé de ser;
para sentirme humano;
donde dejé de estar,
para danzar al ritmo de los aires
que nunca te nombraron.
Te recibió mi espalda escrita en dunas;
cuando las lunas de diciembre marchitaban
y reclamó tu boca mi parte resistente;
mi diferente duda y este trozo de presente
que luchaba por tenerte conocida;
por devolverme al refugio fugaz de tu caricia
Y hacerme perenne entre tu vientre.
Me recogió el sonido de tu dormido espacio
y se nos hizo escaso el pensamiento.
Ante el silencio, juré por tu palabra
soñando esa mirada que aun camina errante;
bebiendo de esa fuente que todavía no mana;
mirando esa ventana pendiente de una mano
que rompa la mañana en trozos de sonrisa;
sin prisa,
sin más dolor que el llano que escribe de tu brisa,
lejano y deseoso;
ansioso y desterrado.
Me regaló tu boca
el tacto de tu ropa rompiendo ligaduras,
cuando las dudas quisieron darnos tiempo
y el viento nos hablaba.
Me descubrió tu cara
tratando de buscarte entre mañanas;
sobre las sedas lejanas de tus soñadas venas
donde tu hoguera me hizo caminante,
en busca de esa parte que se quedó a esperarte
en las paredes contiguas de tu entraña ardiente.
Me despertó el vacío pendiente de tenerte
y en el reloj, tu voz te delató cercana.
Apenas queda nada para hacernos al camino
Y entre mis manos de vino…
deshacerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario