por si eras cierta,
a las encrucijadas de tu esencia
de veleta y caracola
y mi velero halló tu puerto altivo
y el abrigo de tu pecho,
me hice puerta y me encerré contigo.
Tuve sed y me bebí tus alas
y las almas nos hicieron
fuego y casa.
En el juego del abrazo nos ganamos
y en la hambruna de la aurora,
nos hicimos al camino
de encontrar en la locura
el sentimiento
y en un instante, amamos humo y viento
y trajimos la verdad, de la mentira.
Allí fue donde tu beso se hizo boca
y el miedo se vistió de luna;
allí,
en la laguna veraz de tu mirada
el sueño quiso darnos lecho
y tu pecho escribió sobre mi espalda
La canción del tiempo, y fue entonces,
que el invierno nos hizo de la nada.
Ahora estás, porque la aurora quiso,
en los remotos resquicios de mi hombría,
donde el día se hizo roca
y nos deshizo a golpes de boca y miedo.
Quiero ser el cuerpo que te vista,
cuando la piel asome
y tu pecho exista entre mis dedos
de arista y musgo;
cuando acabe el mar y hagamos tierra
y muro
y alcoba
y en la espuma de tu pelo
tu entraña nos acoja
Y desnudos de paz…
seamos uno.
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