Te espero en el próximo quizá,En el siguiente tal vez,Sentado en el recuerdo,Varado en la casualidad de algún día…Y si aun crees en mí,Búscame en donde nos inventamos,En donde nos descubrimos…En donde nos escondíamos del mundo Para soñarlo todo…
Te espero en el primer beso que nos dimos…
Si te fueras;
me quedaría sin huellas donde hacer camino
y el peregrino hogar de mis fronteras,
se perdería en las aceras de tu nombre;
dormido entre palabras.
Si te escuchara despedirte del hombre
y el hambre de tu entraña se saciara sin buscarme;
si cerraras las puertas de tu casa a mi osadía
y el olor de tu cama fuera otro;
si me encontraras roto en tus estantes
y mis instantes huyeran;
si te perdiera;
la tierra cubriría los estanques de tu lengua
y el beso moriría
en los zarzales exhaustos de mis dedos carentes de poesía
y el día se haría sal y mi recuerdo yermo.
Siento;
porque el fuego de mis senos me delata
y en tus arroyos de plata me sumerjo,
cuando tu lengua me baña
y me acompañan tus dedos.
Vibro;
porque te escribo en mi entraña
y me recuerdo viva.
Muerdo;
porque muerdes y vuelves cada noche a mis banquetes,
hambrienta;
porque tu puerta me llama a la tormenta
y te inventa mi mente en cada intento.
Lloro;
cuando imagino tu cara apoyada en otros hombros
y perdido en mi veleta me maldigo entre estos versos
me quedaría sin huellas donde hacer camino
y el peregrino hogar de mis fronteras,
se perdería en las aceras de tu nombre;
dormido entre palabras.
Si te escuchara despedirte del hombre
y el hambre de tu entraña se saciara sin buscarme;
si cerraras las puertas de tu casa a mi osadía
y el olor de tu cama fuera otro;
si me encontraras roto en tus estantes
y mis instantes huyeran;
si te perdiera;
la tierra cubriría los estanques de tu lengua
y el beso moriría
en los zarzales exhaustos de mis dedos carentes de poesía
y el día se haría sal y mi recuerdo yermo.
Siento;
porque el fuego de mis senos me delata
y en tus arroyos de plata me sumerjo,
cuando tu lengua me baña
y me acompañan tus dedos.
Vibro;
porque te escribo en mi entraña
y me recuerdo viva.
Muerdo;
porque muerdes y vuelves cada noche a mis banquetes,
hambrienta;
porque tu puerta me llama a la tormenta
y te inventa mi mente en cada intento.
Lloro;
cuando imagino tu cara apoyada en otros hombros
y perdido en mi veleta me maldigo entre estos versos
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