Llevo muchos años viviendo sobre la faz de la tierra 
y miles mas viviendo en las tinieblas eternas...
Soy un alma solitaria y creo que seguiré así hasta el fin de mis tiempos...
Me gusta alimentarme al despertar...
Y nunca me alimento de la sangre de los animales...
No hay nada que me sacie mas que la sangre de los humanos...
La noche es parte de mi esencia...Su oscuridad es mi cómplice... 
Y la luna es mi amada eterna... 
Uno de mis placeres son los libros y la observación nocturna...
Se que tal vez no lo creas...Pero soy la madre y reina de los vampiros...
Si es que aún quedan de ellos sobre la faz de la tierra...
Puedes seguir tu camino o detenerte ante mi...Y caminar a mi lado...
Seras aceptado solo si crees en la magia...
Si es así...Sigue mis pasos...En este mundo que ante ti se abre..

sábado, 5 de noviembre de 2016



SENTADA EN UN VAGÓN DE TREN

Me encuentro aquí, ahora, sentada en uno de los asientos del vagón del tren, que avanza hacia su destino, sin prisa, pero tampoco sin pausa. Mis pensamientos vuelan, lejos de la vía, lejos del lugar hacia el cual me dirijo.

Abstraída en mi mundo, vuelvo repentinamente a la realidad. Contemplo el paisaje a mi alrededor. Todo es verde, naturaleza. Parece una imagen sacada de un cuadro. ¡Todo parece tan idílico! Me dan ganas de detener el rumbo de mi viaje durante unos minutos y adentrarme en la espesura de sus bosques.

Entrecierro los ojos durante apenas unos segundos. Mientras, el bolígrafo reposa sobre la comisura de mis labios y la libreta en mi regazo. Mi cuerpo está sobre apoyado en el asiento, pero mi imaginación no.

Aquí, ahora, el concepto eternidad no me parece algo descabellado; al contrario, parece algo real, posible, tangible... Las nubes grises amenazan con cubrir el cielo.

El ferrocarril avanza, continúa su trayecto. Apenas una hora y media dista de mi ciudad natal y hacia la que me dirijo en este preciso instante. Es un paseo, aunque agradable, eso sí.

También me agrada viajar sola. De hecho, aprovecho esta situación para evadirme un poco de mi rutina diaria y pensar un poco en mí. La máquina me transporta, cerca y lejos al mismo tiempo. Observo de pronto a la desconocida que duerme plácidamente junto a mí, apoyada en su respaldo, con los ojos cerrados.

Sonrío, en silencio, procurando no despertarla de su lapso de descanso, tratando de intuir qué clase de sueños ocuparán su mente. Pronto otra acción requiere mi atención.

En esta ocasión, escucho no muy lejos la conversación de otras dos mujeres. Todavía tienen ante ellas un largo camino, disfrutando del traqueteo mecánico del tren contra las vías, y no puedo evitar que me recuerde, en cierto modo, a una mecedora.

Mi tranquilidad dura poco. Un alboroto ensordecedor repentino se hace paso. Unas voces que provienen del fondo del vagón se hacen cada vez más presentes y cercanas.

Sus risas, su algarabía y su vitalidad se hacen con el conjunto del vagón. Se trata de un grupo de gente joven, de algún equipo deportivo, pero no atino a ver bien desde mi localización.

Por su acento es fácil intuir que no compartimos comunidad autónoma. Reconozco que no me importaría que me transmitieran un poco de su energía positiva, pero es evidente que no todo el mundo comparte mi lúdico punto de vista. El estruendo va in crescendo, lo cual no me ayuda precisamente a dejar de lado mi dolor de cabeza.

Lo cierto es que soy una habitual sufridora de jaquecas y, en este caso, ya llevo desde el miércoles por la noche con una migraña más que considerable, y este bullicio sólo la acrecienta, lejos de aminorarla. Ya estamos a domingo y parece que no tiene pintas de querer remitir, ¡si al menos me diera una mínima tregua...!

Procuro no pensar demasiado. El paisaje sigue ahí, casi al alcance de mi mano, verde, ajeno a todo, invitándome a no pensar, sólo a soñar... Me conformo por ahora con soñar despierta, no sea que me equivoque de parada y deba, realmente, posponer mi próximo encuentro.

Dirijo alguna que otra mirada de soslayo a la película que están retransmitiendo, con el fin de amenizar la, ya de por sí, idílica velada. Vuelvo a contemplar el paisaje, inspirador de estas líneas y de mi evasión temporal. El tren continúa su trayecto, acercándome más aún a mi destino.

Fijo mis pupilas en la pantalla de mi móvil. La alarma suena. Son exactamente las once en punto. Acto seguido, mi madre me llama, para cerciorarse de que todo va sobre ruedas, ¿cómo va a ir si no?, pienso, jocosa, para mis adentros.

Asiento afirmativamente, al otro lado de la línea, asegurándole que la llamaré de nuevo cuando llegue, tratando de tranquilizarla y menguar su ya de por sí habitual nerviosismo ante lo desconocido.

Me consta que no le gusta que viaje sola, y menos estando enferma, pero en este caso era más por obligación que por pura devoción. Mi deber como viajera solitaria, pero más aún como hija, es sosegarla.

Nuevamente, le doy mi palabra de que la avisaré cuando haya llegado a buen puerto. Es una promesa que, si mis cálculos son exactos, cumpliré en menos de un cuarto de hora.

Poco después, una voz automática anuncia la próxima parada. Es ésa. Ya estoy llegando. Nuevamente suena mi móvil. Descuelgo y una voz familiar proviene del otro lado de la línea. Se iluminan mis ojos al oír esa voz.

Pronto volveremos a vernos. Ya queda menos. Asegura que me esperará en la estación. De nuevo estaremos juntos. Él me esperará, con los brazos abiertos y una sonrisa en los labios.


LO MÁS GRANDE QUE TE PUEDE SUCEDER ES QUE AMES Y SEAS CORRESPONDIDO

He tomado prestado el lema de una de mis películas favoritas ("Moulin Rouge") para escribir acerca del amor, y la verdad es que no podría estar más de acuerdo al respecto.

El amor es un sentimiento hermoso y fuerte. Me atrevería a añadir, incluso, que es el más fuerte de todos, ya que, a su vez, lleva asociados otros sentimientos (para bien... y para mal).

No obstante, quiero centrarme en el "buen amor", aquel que experimentamos cuando amamos y somos correspondidos o (¿por qué no decirlo?) el que estoy experimentando en este momento, junto a una persona maravillosa.

Sí, no tengo ninguna duda de que lo más grande que te puede suceder es que ames y seas correspondido. Cuando amas a alguien y esa persona te ama de la misma manera, sientes una dicha tal que no se puede explicar con palabras, pero me gustaría intentarlo al menos.

El amor te atrapa y te arrastra sin remedio, envolviéndote en un remolino. Soy una persona que vive y que sueña y, también, ¿por qué no decirlo?, que deseaba amar y ser amada, de la misma manera, en la misma medida...

Durante muchos años, deseé tener a mi lado a alguien con quien compartir no sólo aficiones, sino también la forma de ver y entender la vida, el mundo que nos rodea, los buenos y los malos momentos, cada instante, cada minuto...

Una relación de pareja, para que funcione correctamente, ha de estar fundamentada en los siguientes principios: sinceridad, confianza, respeto y, por supuesto, comunicación. También, añadiría el cariño y cierta atracción, pero, desde luego, debe haber una buena amistad previa, que engloba los cuatro primeros aspectos.

Lo maravilloso de estar con alguien con quien compartes puntos de vista y tu manera de ser, dado que existe previamente esa sinceridad, confianza, comunicación y ese respeto, todo resulta más sencillo ...y agradable, claro está.

Hasta hace poco, tenía la sensación de que, cuando estaba con alguien, yo "daba más de lo que recibía", por lo general, pero ahora esa situación, afortunadamente, puedo asegurar que ha cambiado, ...y, por cierto, a mucho mejor.

De un tiempo a esta parte, he experimentado un giro radical en mi existencia. Ahora conozco el verdadero significado de la felicidad y del Amor con mayúsculas. Por primera vez en toda mi vida, puedo decir que estoy disfrutando al máximo cada minuto al lado de mi persona especial.

Desde hace unos meses, siento que he vuelto a nacer y que estoy acariciando el cielo con la yema de mis dedos. No temo nada porque estoy acompañada, y me siento capaz de conseguir cualquier cosa que me proponga, por difícil que sea.

Ahora sé lo que es amar y ser amada de la misma manera, con la misma intensidad. Por fin, el lema de "Moulin Rouge" tiene verdaderamente sentido para mí. En este preciso instante, no hay para mí una verdad universal mayor que ésta: "LO MÁS GRANDE QUE TE PUEDE SUCEDER ES QUE AMES Y SEAS CORRESPONDIDO".

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