por tus sábanas rotas, el silencio de los charcos donde crecí,
la palabra levantada por las mañanas que se alborota y se redime,
ese universo mío dibujándote en la rama más certera del verano,
esa sola idea acostumbrándote a los quejidos y a los retazos,
¿pero, qué puedo hacer?
Si de tu vientre nació el oscuro pasto de los arrabales,
la furia extrema con que los soldados arengaban la escopeta
con la bala en el punto fijo del rostro y su sonrisa,
la voz de los pueblos amainados por su miseria apocalíptica,
ese solo desdén que arrebata de tus ojos el ocaso inmiscuí-do,
la soledad a borbotones, crujiendo por tu piel, desarmando la coraza
del caído, del que habla y se enreda con su propio canto, del que vive
con la boca pintada de colores insinuantes, aclamando a los falsos
profetas, a la oración que cae y se vuelve ceniza o ciénaga
tras la liturgia del corazón, ese animalillo que tras latir en el pecho
como un reloj amordazado, se quiebra y se amontona sobre una ráfaga
de famélicas lluvias.
Ya lo haz ganado todo: Mis poemas escritos en tu espalda,
en la yema de tus dedos un verso milimétrico como una pestañada,
mi quebradiza suerte parapetada en tus armarios, el sabor amargo
de mis impurezas en cada fogoso encuentro tuyo, encaramada sobre
postes de luz, o bajo la banca de los parques, enclaustrada, siniestra
para los mortales que te adoramos con una locura más que ingenua,
desolada, sin más virtud que la provocación de ese cuerpo tuyo rodeado
de la mar en calma, cuando apenas cantan los jilgueros o se amontonan
mariposas en la puerta de mi casa.
¿Pero, que puedo hacer?
Si acaparas apenas unos segundos de mis madrugadas,
cuando escupo la diatriba y se descosen las bondades de mi alma,
cuando apenas me sumerjo en la apatía de mis años locos,
y loco de amor encapsulo tu imagen como una flor altísima
a la que nadie roza por su aroma infecundo, pero sí por su rareza
inmaculada.
A ti mujer, ángel caído de la más vetusta y ordinaria estirpe iluminada,
yo confieso que he pecado al amarte con una pala en mi mano blanda
y una orquídea en mi pecho doblado por tu nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario