En el albur de la mañana que se sacude el velo del sueño nocturno en retirada, el manto gris de las nubes que del cielo cubren su cara, se incendia en una explosión de rosados y fucsias, anaranjados y tornasolados rojos, madrugadora sonrisa que despierta al sinfónico gorjeo de los pájaros, que por miles y al unísono, ponen fin a la vigilia y, en el presentido y anunciado sol del horizonte, saludanirreverentes el advenimiento de un nuevo día.

Canto a la vida, pacto renovado, los prados se sacuden sus sábanas de pesada niebla y se yerguen a la majestuosidad del Rey Sol que crece implacable con el horizonte del levante en sus espaldas.

Los amantes en sus lechos sabatinos ensayan las últimas caricias y los cuerpos resisten el abandono de la pasión despertada.

Las palmeras vestidas de ocre y verde, otrora sacudidas por salvajes vientos que convierten sus afiladas ramas en ululantes instrumentos musicales de lúgubres melodías, teñidas del fugaz oro solar escondido ya en la espesura de la tormenta, lucen la paz dormida del sueño que guardan en sus entrañas.

Los horneros a mi ventana llegan con sus poderosos trinos polifónicos a anunciarme la buena nueva de la vida renovada –ignorantes de las humanas miserias- que me ofrece una nueva hoja abierta, aún virgen no hollada,para que sea escrita con la propia torpeza humana. Página igual a otras tantas para muchos, la primera para otros menos recién llegados cuyos amnióticos ojos velados, pugnan por despertar a la novedad de la vida, y la última de otros (otros?) que sin aviso no verán el adiós en el ocaso porque para ellos (ellos?) torpes caminantes, estará reservada la artera sorpresa del camino acabado.

El fugaz silencio de la noche tardía emprende la huía presintiendo el agresor multitudinario de vidas que retoman su diaria batalla de carreras y combustiones, en pos de ganarse el magro mendrugo del diario sustento al vil precio de una nueva porción de escasas ilusiones perdidas, para tan sólo apostar a un mañana distinto, que nunca es hoy y para muchos es nunca.

El sol ha tenido escasos minutos tras las rejas de las nubes protectoras; ha extendido su poderosa mirada de luz sobre nosotros y lo que le hemos ofrecido parece no haberle gustado –a quién podría?- y ha vuelto a esconder su cara tras el gris plomo de la tormenta.

Es un día más, que nunca será uno más, porque allí no más, tras su frágil barrera de escasas horas y fugaces minutos , está el Destino presto para dar y quitar, sin avisos ni protocolos, bendiciones no siempre merecidas y derrotas, amargas las más, injustas tantas, y las menos a menudo poca cosa por más merecidas, y con frecuencia tardías.

En esa diaria obra de mal teatro, en la que no pedimos participar pero de la cual no podemos renunciar sin hacerlo a la vida misma, nos aguarda nuestra cuota de comedia banal, de drama repetido, de farsa absurda, de tragedia infame, de picaresca siempre escasa.

Despertar será debido, por mor de la vida que se instala sin permiso, aunque los sentidos sientan que poco de lo que nos espera pueda no ser sabido, mucho menos deseado, y que apenas la simiente de la esperanza escondida nos alienta a salir a escena, dispuestos a representar el papel que el misterioso Director de rostro ausente, nos tenga reservado.

Allí vamos, porque vivir es preciso y soñar, necesario, aunque duela ver el espectáculo a la espera de nuestro breve turno.