que dejé cuando era nada,
recordando tu mirada volvería
a recogerte en la veredas de mi cielo equivocado,
porque a tu lado se quiere mi universo
y huele a lavanda el aire de tu paso.
Si empezara a ser en algo caminante
y no existieras,
mis manos de romero volverían a crearte
entre coplas y veredas
y de nuevo estarías en mi altar
de peregrino errante, como ayer,
cuando mi aliento dibujaba tu sonrisa
en el cristal de la tarde y vivíamos,
cuando queríamos bebernos los espacios
y borrar las acuarelas del destino.
Si tuviera que dejarme
la esperanza en el camino para hallarte
aunque fuera en otra vida,
moriría por buscarte concebida en cuerpo y alma,
porque hablarte es mi alimento
y mi bebida,
y si el viento se hace calma y no te encuentro,
dejaré mi barca a la deriva de este cuerpo
que no responde al sentido si no es tuyo,
que ya no sabe de orgullo ni de tiempo,
que se ha quedado a esperarte desnudo,
como la tarde.
Si dijera que eres solo pasajera
como yo…
si mintiera…
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