
yo veo que te veo;
camino una noche
-qué noche, qué aguacero-
enciendo mis esquinas,
parecen tus deseos.
Me acoge tu cintura,
le cuento que te quiero
Sugiere que yo ascienda,
tus labios y mis senos.
Sigo sin esfuerzo,
la idea que me dieron;
te encuentro como un rey,
del mundo y de su viento,
del canto que tu boca,
derrama por mi pelo.
Te toco descendiendo,
a río lago eterno,
me pongo de rodillas
y rozo esos luceros;
Me baño porque llueves,
del vuelo de que te ofrezco.
La noche se ha dormido,
tu ser hace lo mismo;
tu quedas como un niño,
contando tus suspiros.
Sucede lo más tierno,
pues vuelo en hondo verso
al día que al instante,
paró Dios en el tiempo.
En él dejo tu nombre,
me observa todo el Cielo;
el ángel me da un sobre,
lo abro con esmero...
Ahí dice que escriba,
que tú eres lo que siento.

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