Tardes inciertas

En la tarde fría y gris

se deshoja indefenso mi corazón,

corazón que no deja de pensar en ti

que no reconoce que todo terminó…




Como cambiar que todo no sea así

que esta realidad sea una mera ficción;

como no quisiera escribirte desde aquí

¡tan lleno de miserias, de angustia y de dolor!




Como quisiera apenas tenerte para abrir

y desnudar ante ti toda mi encendida pasión,

que mi corazón mortal pueda de nuevo latir

¡y mi sombra se aferre a tu sombra en con tanta devoción!




Como quisiera cambiar esto que para mí

me recuerda alguna que otra canción;

quisiera que se murieran las tardes de abril

y con ellas también morirme yo…




Más en la soledad de lo que te di

desembarco con las penas de mi crucifixión,

en esta ocasión sin más nada que decir

¡que no te haya dicho ya mi enamorado corazón!

Llueve tenuemente..

El calor agreste del verano

se ha apaciguado un tanto.

Tomo mis hojas de colores

Y parto despaciosamente…

No sé dónde, sin destino,

hasta que algo me detenga.

Miro sin ver el cielo plomizo,

¡te recuerdo!..

Hay árboles que me ofrecen

ternura y refugio de esperanza.

Me recuesto en el césped suave,

la humedad de su rocío límpido

semeja piedrecillas brillantes

Extasiada miro largamente

su belleza incondicional, pura.

Elevo mis pupilas azules

y sonrío al árbol que el azar

puso en mi camino de nostalgia.

Es añoso, bello y generoso,

Me cobija, me cuida, me proteje

me da su abrigo de hojas.

Intento escribir… “te recuerdo”

Cómo me gustaría que estuvieras

aquí a mi lado! Silenciosos los dos

bajo este árbol frondoso y tierno.

Tú y yo solos…

borrachos de sueños y de lluvia,

sin noción del tiempo y el espacio

mirando la nada…y viendo todo…

Dejando que nuestras almas

y nuestros corazones alados

por sí solos se comuniquen.

¡Nada de esto puede ser!…

¡Nunca!…

Noche trovadora.

De bohemios y bardos
respira esta noche
desbordante de inspiración…
acosos a flor de piel
en urdimbres perfumadas
de rosas, claveles y alelíes.

Y me encuentro fija
haciendo eco al soñar
de nubes pasajeras,
que frente a la luna
se estacionaron un poco
rociándola en brevedades
de alas mágicas.

Bebiendo mi vino estoy
en derretida nimiedad,
entre trova y trova
melodía y melodía…
sonidos sempiternos
que como saetas me clavan.

En sus manos, el trovador,
de su guitarra desmenuza
grano a grano sus sentidas notas
que desencajadas gimen.

De pronto…
de mis temblorosos labios
brotan sin querer unos versos
que tristes parten en mitad
el timbre de la media luz…
para acompañar sus cuerdas.