Ella...Con sus bordes
mesurados de niña,
absorbida en su
púdica figura.
Sólo el calor
ante lo perplejo
de su mirada,
resumía en acuarelas,
su arte de mujer.
Él...
Apretado en su piel,
lleno de porte
bravío y varonil,
sucumbe,
tenue y manso
ante su esfinge pasión.
Maníacos de amor,
lleno de encuentros
posibles y escépticos,
unidos al escultor,
su amo y mentor,
el destino, su amor.
Ellos...
Con sus manos
extendidas,
empuñando al tiempo,
erosionando el deseo
en su ajado anhelo.
Solo...
Sus detalles más finos
hablan en su piedra
al sórdido corazón.
No conocen la piel
en sus enmarcados rostros
sin dotes al movimiento,
anquilosados de amor.
Miles de noches
emergen en su llamado,
desviven barreras,
sus vidas un clamor.
Eternos...
De tierra,
Agua y arena,
el tiempo al fin
Los unió.
Y se hizo diluvio la noche en las faldas del dolor
Y se fueron olvidando las promesas tras el velo ensombrecido de tus ojos
Esos que cierras despacio entre las tercas estrellas
Y beso tu aliento y vivo tus recuerdos
Y fornico deseos con la palma de mi mano
Recostado en las encías de este amor
Vas girando hacia la nada
oscureciendo mis pupilas
Y te vuelves ángel y verdugo en la hora fantasma de mi alma de papel...
No hay Verano sin Otoño ni besos sin lágrimas,
no hallé alivio en tu mirada ni consuelo en tu presencia,
Elegí con calma mis palabras mas tu recuerdo no fue ayuda,
no pude ayudarte a entender que sin muerte no hay vida.
Vagaré a tu lado con dolor y sin presencia Después de todo me quedó el consuelo de volver a verte en mis sueños, como cada noche desde que tengo memoria, incluso antes de conocerte
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