Llevo muchos años viviendo sobre la faz de la tierra 
y miles mas viviendo en las tinieblas eternas...
Soy un alma solitaria y creo que seguiré así hasta el fin de mis tiempos...
Me gusta alimentarme al despertar...
Y nunca me alimento de la sangre de los animales...
No hay nada que me sacie mas que la sangre de los humanos...
La noche es parte de mi esencia...Su oscuridad es mi cómplice... 
Y la luna es mi amada eterna... 
Uno de mis placeres son los libros y la observación nocturna...
Se que tal vez no lo creas...Pero soy la madre y reina de los vampiros...
Si es que aún quedan de ellos sobre la faz de la tierra...
Puedes seguir tu camino o detenerte ante mi...Y caminar a mi lado...
Seras aceptado solo si crees en la magia...
Si es así...Sigue mis pasos...En este mundo que ante ti se abre..

lunes, 14 de noviembre de 2016



Ahí en tu corazón te vi como un dulce pajarillo gris,me asomé a tocarte de costado para que no malinterpretaras
mis retornos o ese consuelo de no saberte abanicada por el viento,
sino por ese pedacito de asombro que me quedaba entre los ojos,
para disolver en paños de luz tu ternura recién florecida.

Avancé hasta los bordes mismos del cadalso para desterrar
el abismo, ese abismo secretísimo como un hueco sin forados
que deshacía mi alma en un lamento, y supe entonces que podía
detenerme en tu presencia, saborear la quietud de tus pasos,
oscurecer debajo de las ramas polvorientas del verano, y sumergirme
contigo en un ósculo silente y desvanecido, para no mediar como
un vulgar ladrón de tus caricias, saber que puedo con tus labios,
materializarlos como una miscelánea de amor universal y beatitud
profana, ser ese personaje salido del sombrero, y entregarte una
sorpresa en la que vuelves de frente al sol y lo opacas.

Volver a rozarte pareciera un desafío para mi libertad,
dislocar el perdón o la huidiza forma de entregar tanto coraje
a la indiferencia, como el adiós que se va y vuelve de lejos
apartándose de los viejos adagios, de la presurosa razón
de esquivarte y mirarte como una diosa incestuosa o virginal.
No sé si lo mío es miedo o una pregunta, tal vez una oración
sin rezos, quizás te añoré tanto que ahora palidezco,
quizás te vislumbré poco y te adoré como a una ramera disecada
en medio del altar sombrío de Jerusalén y sus cósmicos profetas,
quizás la vida surgió de tu misma carne y te soñé, pero te digo
como a nadie, que me quedé prendado de ese dulce pajarillo gris
en tu corazón, y supe crecer en tus migajas como una turbia marea
que de a pocos va destilando su cristalina sal, esa ofrenda perfecta.


Poseída, extraviada, lejana o indiferente, así te amo.Así te extraigo de los confines de mi corazón, del aleteo
del viento, de la espuma del mar cuando redobla sus oleajes.
Eres el beso ardiente, el cuerpo desaliñado bajo mis sábanas,
la voraz costumbre con que te adorno a pinceladas la tarde.
Una nostalgia te persigue, y yo de a ratos me convido de ti,
sabiendo que rozas mi alma, que a dentelladas la acechas
como a una diosa inalcanzable.

Ay de mí y de este loco encabritado corazón, fuego crepuscular,
memoria del olvido. Sólo sé que te adoro y me enloquece
envilecerme en tus torturas, en ese imperio de rosas y geranios
que desplazaste después de fecundar la noche ruidosa,
el obligado rosario de crisantemos, donde tú y yo moríamos
como dos ángeles embelesados, destruidos de tanta calma.
A menos que corras, no vibraré en tus manos como un riachuelo.
Seré sólo una roca o una grieta, la rutina deshojando sus enmiendas.
Beberé a sorbos tu paciencia, gota a gota derramaré en tus poros
la barbarie que tanto me desborda, avistaré una lágrima para la costumbre,
y me vestiré con la lujuria que no cede,
para creer que siento el alma, para creer que pierdo el hambre.

Dejaré morir el resto o la simpleza de unos ojos tiernos,
mentiré que amo las heridas o la costra que redobla la piel aletargada,
me sumiré en tu pecho de penumbras como un reloj sin números,
y tocaré en mis versos, redoblado en la distancia, una sola conjunción
de amores y profecías ya cantadas.

De no morir en algún miedo o en un rincón de eternidades absolutas,
me moriré con el dulce desdén de la desdicha o la inmisericordia,
alistaré el beso para el preludio de la hostia, y entonces, perdonaré
de a pocos, comeré pan y pescado, tierra virgen, un racimo de espigas y quebrantos.

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