Llevo muchos años viviendo sobre la faz de la tierra 
y miles mas viviendo en las tinieblas eternas...
Soy un alma solitaria y creo que seguiré así hasta el fin de mis tiempos...
Me gusta alimentarme al despertar...
Y nunca me alimento de la sangre de los animales...
No hay nada que me sacie mas que la sangre de los humanos...
La noche es parte de mi esencia...Su oscuridad es mi cómplice... 
Y la luna es mi amada eterna... 
Uno de mis placeres son los libros y la observación nocturna...
Se que tal vez no lo creas...Pero soy la madre y reina de los vampiros...
Si es que aún quedan de ellos sobre la faz de la tierra...
Puedes seguir tu camino o detenerte ante mi...Y caminar a mi lado...
Seras aceptado solo si crees en la magia...
Si es así...Sigue mis pasos...En este mundo que ante ti se abre..

sábado, 29 de octubre de 2016

Olas que rompen corazones heridos.
- Ella corrió hacia la playa. Se acercó a la orilla y se quedó contemplando las olas romper cerca de sus pies descalzos mientras la brisa del mar de un día cualquiera de verano acariciaba su cara, haciéndola sentir un escalofrío. Esperando sin esperanza, que él llegase.

El llegó, sin que ella se diese cuenta. La acarició la espalda y después apoyo su cabeza en la de ella abrazándola desde atrás. Los dos se quedaron contemplando el maravilloso paisaje que tenían delante. Sabiendo que nunca mas volverían a verlo, sabiendo que nunca mas volverían a verse...

Se quedaron en silencio durante un largo rato, el sonido de las olas lo decía todo, ellos, tampoco tenían mucho más que decirse.

Del ojo derecho de la chica brotaba una lágrima, ella dijo que era por el viento, el asintió y continuo mirando el mar. Los dos sabían que esa lágrima, era producto de la tristeza, de saber que nunca mas sabría nada de él, que nunca volvería a tocar su morena y caliente piel hasta en los días mas gélidos de invierno, que no volvería a ver aquellos ojos negros mirando al horizonte de la vida, donde los sueños que no se hicieron realidad por el camino, caerán al vació desvaneciéndose como cada una de las gotas de agua que caen por una cascada. Que cada uno de ellos continuaría con su vida sin saber si algún día sus caminos volverían a cruzarse.

Él la abrazo más fuerte, la giró hacia él y la dio un beso en los labios. Después se alejó, dejándola en la misma posición que estaba cuando llegó sola a la playa.

Nunca más volvieron a verse, pero ninguno de los dos consiguió olvidarse de aquel momento. Por lo menos, ella no

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