Llevo muchos años viviendo sobre la faz de la tierra 
y miles mas viviendo en las tinieblas eternas...
Soy un alma solitaria y creo que seguiré así hasta el fin de mis tiempos...
Me gusta alimentarme al despertar...
Y nunca me alimento de la sangre de los animales...
No hay nada que me sacie mas que la sangre de los humanos...
La noche es parte de mi esencia...Su oscuridad es mi cómplice... 
Y la luna es mi amada eterna... 
Uno de mis placeres son los libros y la observación nocturna...
Se que tal vez no lo creas...Pero soy la madre y reina de los vampiros...
Si es que aún quedan de ellos sobre la faz de la tierra...
Puedes seguir tu camino o detenerte ante mi...Y caminar a mi lado...
Seras aceptado solo si crees en la magia...
Si es así...Sigue mis pasos...En este mundo que ante ti se abre..

viernes, 28 de octubre de 2016



LA SONRISA QUE TE DUELE PORQUE EL CORAZÓN VA VACÍO
Es de noche y las pupilas de mis ojos
aletean su incertidumbre;
es el loco incansable malestar de los días aciagos,
de la fiebre mortecina, de ese cielo cubierto
de humo negro como nieve pálida.

Es de noche y no he podido descansar de esta furia,
de esta maldita furia encumbrada en mis hombros,
en mis pálidas manos apretándome los labios,
con la sangre a punto de lanzarse como un escupitajo.

Y la luna y el sol no persiguen más la palabra
milagrosa del día; sólo se persigue la boca que no besa,
el abrazo que no acaricia, la sonrisa que te duele
porque el corazón va vacío.

Es de noche para tanto día y no hay palabra
que me siga los pasos, como la llave a la puerta
que no cierra, como el silencio a la muerte que no llega;
y el amor que ya sucumbe no es sino el odio
que despunta para los costados de mi inasible alma.

Es de noche para no sanar heridas, ¿que murieron de tarde?
¡Que vivieron de día!, infatigables, desdeñosas,
que se retiraron para un rincón donde cunde la cólera, la codicia...

Es de noche, y no puedo encenderme
como un corazón de raíces sólidas y frescas.


Te vi agonizante en esa calle lacerada por mendigos,
prostitutas y payasos minimizados por la voracidad
con que te entregabas al bullicio, al emblemático canto
de los días amoratados, ensuciándote con el polvo
que desvistió tus posturas secretas, mientras la claridad
del día simplificaba tu corazón a una afrenta, y yo, pequeño
de miedo y de un perdón caído, rasgué la última pregunta
con que tus miedos doblaron mis rodillas y el olor a poca
humanidad de los tiempos.

Deshacerte en pedazos no suponía tenerte todo el camino,
prefería tu cuerpo al unísono y tus caricias asomándose
como un antojo a mi eterna despedida; acostumbrarte
a otros placeres o redenciones no serviría de nada
si me deshacía contigo en la penumbra, tenía que ser
en el ostracismo de una noche aventurera, con sal y una
pizca de calma para la ansiedad volcánica de tus despojos.

Después de imaginarte tardía, pensativa, incongruente,
rebuscada por las sorpresas contiguas de esta tierra caprichosa,
emergí del encuentro con el amo de tus posesiones vehementes,
me encogí de un salto, te besé la nuca, absorbí tus cadencias,
tu música ahondó en mí la terquedad por la lujuria,
vi que te ofrecías con prisa, alejándote, desquiciándote el alma,
mientras yo traía en manos la almohada para retener tus sueños,
de esa falsa profecía que pintaste en todos mis adentros.

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