Jarabe de Palo
Casi 30 años y sigo soñando.
Dicen que los sueños son cosa de niños.
Que cuando uno se hace mayor debe enfrentarse a la realidad y dejarlos a un lado.
Pues yo digo que no.
Que prefiero ser un niño, porque el soñar no tiene límites, ni
impedimentos, ni trabas.
Uno hace los sueños a su medida, y nada ni nadie puede
entrometerse.
Creo en la gente que sueña.
Porque los sueños son infinitos.
Creo en la gente capaz de mover el mundo,
con los ojos cerrados, aunque solo sea por un instante,
moldeándolo a su antojo.
Una vez tuve un sueño: quería ser músico.
No busqué una explicación.
Ese era mi sueño,
suficiente.
Cada noche escribía canciones y tocaba mi guitarra, dormido.
No importaba que
nadie me escuchara.
Ese era mi sueño y nadie podía privarme de él.
Y llegó el día que pensé que ese sueño podía hacerse realidad.
¿Dónde estaba la frontera?.
Aposté por ello. Nada que perder.
Si la cosa salía bien, pues bien.
Y si no, pues a seguir soñando.
Porque, al fin y al cabo, ¿quién podía negármelo?.
Estas canciones van por la gente a la que no le asusta soñar...
y que no tiene miedo a intentar
convertir sus sueños en realidad.
Porque, lo consigan o no,
lo que vale es haberlo intentado.
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