Llevo muchos años viviendo sobre la faz de la tierra 
y miles mas viviendo en las tinieblas eternas...
Soy un alma solitaria y creo que seguiré así hasta el fin de mis tiempos...
Me gusta alimentarme al despertar...
Y nunca me alimento de la sangre de los animales...
No hay nada que me sacie mas que la sangre de los humanos...
La noche es parte de mi esencia...Su oscuridad es mi cómplice... 
Y la luna es mi amada eterna... 
Uno de mis placeres son los libros y la observación nocturna...
Se que tal vez no lo creas...Pero soy la madre y reina de los vampiros...
Si es que aún quedan de ellos sobre la faz de la tierra...
Puedes seguir tu camino o detenerte ante mi...Y caminar a mi lado...
Seras aceptado solo si crees en la magia...
Si es así...Sigue mis pasos...En este mundo que ante ti se abre..

martes, 24 de mayo de 2016

SE ME ACABÓ EL ALMA...


No tengo un diente, ni una sola caries,
no poseo el tembloroso afán de silenciar mis torpezas,
me caigo en un escondite y ahí permanezco, trémulo,
mirando, para no disfrazarme de otro pecado más angustioso;
desaparezco como mucho unos segundos, y me retiro el lodazal;
la caries ha destilado pus y mi boca una flema, como una flecha
envenenada, que huele a una muerte sin cobijo ni pesadez...

No soy un pájaro herido ni una serpiente sigilosa, apenas
estoy hecho de una estéril pupila de cemento, cincel, agua verdosa
y un poco de flama para el detalle de la imagen; con una estupidez
así se me han revuelto los apagones del corazón, y me queda la luz
de una vigilia para un muerto.

Deseo abrir el vertedero donde las alimañas salpican dardos y convites,
abrazar al escorpión cuando sale de su capullo, recién nacidito,
y continuar con los buitres, dándoles posada y un poco de leche, haber
si me clavan las garras con los ojos de frente; ver cómo sonríen los grillos
y cuervos recurrentes, anidando sus famélicos huesos a la espiga
de pan que llevo para mi morada.

Se me acabó el alma, no puedo resistirlo, esta noche memorable
me asfixian los escalones dorados de mi otrora reino de versos...

Es difícil salpicar la marea cuando irrumpen gruesos barrotes a tu celda,
cuando la botella añeja de vino ha pasado a ser un maniquí de la vidriera,
y sin que pretenda escarbar como un aguijón los dolores en mi pecho,
la frágil sordera, el tinte amoratado de mis ojos, sabré que hay otras
formas de aniquilar vacíos y envilecer la radiante aparición del sol...

Se me acabó el alma, ¿qué puedo pedirle sino una máscara para
engañarme que vivo postrado en mis ausencias?
¡Cómo pedirle!, si el alma no regresa a un cuerpo desvalido de toda
moral o de una afectación hermosamente firme.
¿Sabrá que me he mudado de mañana, y así concederme al menos
la fragancia de una tarde poco más que bulliciosa, y parecer menos
escuálido para un currículum de cuerpo entero y nueva algarabía?

Nada tengo, excepto la boca, sin dientes, sin un sombrero de paja
por sobre mi cabeza calva, nada tengo, pues se me acaba de morir
el alma.

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