cuando te busco reincidente
entre la gente que nos tuvo
en la distancia de un instante.
Tu mirada furtiva me pide que te escriba,
que te cuente;
que invente que estás;
que te perciba y te diga qué se siente
cuando la mente sueña
y las manos se despeñan al tratar de imaginarte.
Es difícil ser de viento en tus impulsos
y vivir el intento de tocarte con las manos de la carne;
sin dudarle.
Es inmenso amarte en los pasillos del sentido
y no quemarse en los maderos del volátil minutero
de los días que me desangran, austero e impaciente.
Es mortal tratar de no pensarte
carnal e indefinida;
de no adentrarse en las brechas de tu cuerpo;
de no rasgar tu velo de prudencia
y desnudarte.
Es inútil hacer como que sueño
y no padezco tu ausencia;
que no me importan sudores ni temblores;
que mi verso está pleno y nada necesita.
No es verdad,
que me conforme con dejarte escrita,
porque amo el infierno de arrastrarte a mi locura;
la aventura de mirarte in-contenida
y arrancarte la medida y la cordura.
Soy real y vives en mi casa de latidos;
soy la siembra que te busca y te recorre;
soy el hambre que te toca y te destroza;
Que te provoca y te inunda;
Que te desnuda y te nombra.
Soy llanura en espera de tu arado furioso,
vital,
desordenado.
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